En su primer discurso como presidente, Donald Trump afirmó que los estadounidenses habían sido responsables de dividir el átomo, una declaración que desató una ola de críticas internacionales, especialmente en Nueva Zelanda. La razón es simple: este hito científico pertenece al físico neozelandés Ernest Rutherford, considerado el “padre de la física nuclear”. Esta desafortunada afirmación no solo es inexacta, sino que subestima las contribuciones de otros países en la historia de la ciencia.
¿Quién fue Ernest Rutherford y por qué es importante?
En 1919, Ernest Rutherford realizó un experimento revolucionario: logró dividir el núcleo de un átomo, marcando el inicio de una nueva era científica. Posteriormente, en 1932, perfeccionó esta técnica, estableciendo las bases para el desarrollo de la fisión nuclear. Aunque varios científicos trabajaron en este campo, como Otto Hahn, Fritz Strassman, Lise Meitner y Otto Frisch, el mérito de iniciar este proceso pertenece indiscutiblemente a Rutherford.
Nueva Zelanda, orgullosa del legado de este físico, no tardó en reaccionar. Nick Smith, alcalde de Nelson, ciudad natal de Rutherford, invitó al embajador estadounidense a visitar el Lord Rutherford Memorial para “corregir el registro histórico”. Este gesto no es solo simbólico, sino una defensa apasionada de la precisión histórica.
¿Error o egocentrismo en el discurso de Trump?
Durante su discurso, Trump enumeró logros atribuidos a los estadounidenses, como “poner fin a la esclavitud”, “aprovechar la electricidad” y “dividir el átomo”. Sin embargo, muchas de estas afirmaciones son, cuanto menos, cuestionables:
- División del átomo: Obra de Rutherford, un neozelandés.
- Poner fin a la esclavitud: Estados Unidos se benefició de ella por siglos antes de abolirla.
- Exploración espacial: Aunque Estados Unidos logró grandes avances, fue la Unión Soviética quien envió al primer humano al espacio.
Estas declaraciones, aunque patrióticas, reflejan un intento de glorificar logros estadounidenses, incluso a costa de ignorar hechos históricos y contribuciones internacionales.
La comunidad científica y los ciudadanos de Nueva Zelanda han señalado que estas afirmaciones no solo son incorrectas, sino que subestiman la importancia de colaborar globalmente para alcanzar avances significativos en la ciencia y la tecnología.