La reciente amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles del 25% a las importaciones de México y Canadá, a partir del 1 de febrero, genera incertidumbre en los mercados. La medida, que depende de la colaboración de ambos países en temas como el tráfico de fentanilo y la inmigración ilegal, podría tener consecuencias devastadoras para sectores clave de la economía mexicana. Trump sigue adelante con su promesa, lo que podría alterar las dinámicas comerciales en América del Norte.
México: El principal socio comercial de EE. UU. en peligro
México se ha consolidado como el principal socio comercial de Estados Unidos, superando a Canadá y China. Durante el 2024, el comercio bilateral entre ambos países alcanzó los 632,290 millones de dólares, lo que representa un crecimiento del 5.5% respecto al año anterior.
Entre los productos más exportados por México a EE. UU., destacan los vehículos y autopartes, con un valor de 102,522 millones de dólares, lo que representa un 27.06% del total de exportaciones mexicanas. Le siguen el equipo mecánico, los aparatos eléctricos y las bebidas alcohólicas. Si los aranceles del 25% se imponen, sectores como el automotriz, el tecnológico y el agroalimentario se verían profundamente afectados, encareciendo productos y reduciendo la competitividad de México en el mercado estadounidense.
El posible impacto económico y social de los aranceles
Si la medida de Trump se lleva a cabo, los sectores más vulnerables en México serían los de vehículos, autopartes y equipo mecánico. Un arancel del 25% aumentaría los costos de exportación, lo que podría reducir la demanda de productos mexicanos, afectando tanto a la industria automotriz como a las pequeñas y medianas empresas que dependen del comercio con EE. UU.
La agricultura también sufriría las consecuencias. México es el principal proveedor de frutas y vegetales para Estados Unidos, pero un aumento en los costos de importación podría perjudicar a los productores mexicanos. Los aranceles podrían incluso llevar a cadenas de suministro más largas, afectando la competitividad regional de América del Norte y generando una caída en el comercio intercontinental.
Además, el impacto no solo se limitaría a las empresas; también podría perjudicar a los trabajadores mexicanos y a los consumidores de ambos países, quienes enfrentarían precios más altos por productos esenciales.