En el panorama político de México, 2025 promete ser un año vibrante y polémico. Al menos 29 organizaciones buscan consolidarse como partidos políticos para participar en los próximos procesos electorales y recibir financiamiento público. Entre los aspirantes destacan figuras controvertidas, expriistas y líderes de diversas corrientes ideológicas, desde conservadoras hasta progresistas.
Expriistas y figuras controversiales encabezan la lista
Nombres reconocidos como Ulises Ruiz, Fernando González Sánchez (yerno de Elba Esther Gordillo) y César Augusto Santiago lideran algunos de estos proyectos. Ruiz, conocido por su cercanía con Roberto Madrazo, impulsa “México Nuevo, Paz y Futuro”, mientras que Santiago propone “Alternativa Popular”. Ambos han enfrentado críticas por su pasado político, incluidas acusaciones de manipulación electoral.
Por su parte, Fernando González Sánchez busca resurgir con el “Partido MURO” (Movimiento Único de Renovación Opositora), respaldado por redes magisteriales afines a Elba Esther Gordillo. Estos proyectos han generado preocupación entre los ciudadanos, quienes temen un reciclaje de viejas prácticas políticas en un nuevo envoltorio.
Corrientes ultraderechistas y minorías buscan representación
En esta contienda, destacan iniciativas de corte ultraconservador, como el “Movimiento Viva México”, liderado por el actor Eduardo Verástegui, y “México Republicano”, encabezado por Juan Iván Peña Neder, ambos enfocados en atraer a sectores nacionalistas y religiosos.
Por otro lado, organizaciones como “Renovación Social” y “Movimiento Igualdad de Oportunidades” intentan representar a comunidades indígenas y campesinas, sectores históricamente marginados en el sistema político. Sin embargo, enfrentan desafíos considerables para cumplir con los requisitos del Instituto Nacional Electoral (INE), incluyendo afiliaciones y financiamiento transparente.
El INE revisará el avance de estas iniciativas, definiendo en 2025 cuáles cumplen con las condiciones necesarias para obtener el registro. Aunque este proceso refleja una ampliación de la diversidad política, también levanta dudas sobre el impacto real de estos nuevos partidos en un país donde la confianza en las instituciones políticas está en declive.
