Pemex, la empresa petrolera más importante de México, logró sobrevivir a casi dos décadas de malos manejos que la colocaron al borde del colapso. Desde el año 2000 hasta 2018, tres administraciones —dos panistas y una priista— usaron a la paraestatal como caja chica para corrupción, negocios privados y proyectos fallidos, en lugar de fortalecer la soberanía energética del país.
Lo que pudo haber sido una etapa dorada para la industria petrolera mexicana terminó siendo una oportunidad desperdiciada. En esos años, Pemex pasó de ser una potencia productiva a convertirse en una compañía endeudada, debilitada y dependiente de contratistas externos.
El fracaso petrolero de Vicente Fox
Durante el sexenio de Vicente Fox (2000-2006), los precios del petróleo generaron excedentes de hasta 180 mil millones de pesos anuales. Sin embargo, lejos de aprovecharlos en refinerías o exploración, el dinero se desvió a gasto corriente y a engrosar la burocracia. Pemex pasó de tener 24 mil empleados a duplicar esa cifra sin mejoras en productividad.
El escándalo del Pemexgate, con un desvío de mil 500 millones de pesos, y las transferencias millonarias al sindicato, marcaron su administración. En lugar de proyectos estratégicos, los excedentes se diluyeron sin dejar beneficios tangibles para la industria ni para el país.
La “barda” de Felipe Calderón
El sucesor panista, Felipe Calderón (2006-2012), recibió precios internacionales récord y ventas petroleras históricas que pudieron reducir la deuda de Pemex. Sin embargo, su sexenio se caracterizó por contratos cuestionables como el de Etileno XXI con Odebrecht y Braskem-Idesa, que dejó pérdidas por más de 13 mil millones de pesos.
Su mayor símbolo de fracaso fue la Refinería Bicentenario en Tula, Hidalgo, que nunca se construyó y quedó reducida a una costosa “barda” de 500 millones de pesos. Además, bajo su gestión se aceleró el declive del yacimiento de Cantarell debido a malas prácticas de explotación.
Peña Nieto y la reforma que debilitó a Pemex
Con Enrique Peña Nieto (2012-2018) llegó la llamada reforma energética, que prometía inversiones privadas y aumento en la producción. El resultado fue el contrario: la producción de petróleo cayó 28%, el gas natural 22% y la perforación de pozos 87%.
Mientras tanto, la deuda de Pemex se disparó 129%, convirtiéndola en la petrolera más endeudada del mundo. Aunque el gobierno entregó 90 áreas petroleras al sector privado, la inversión nunca llegó y su aportación a la producción apenas alcanzó un 3%.
A esto se sumaron los contratos heredados de Odebrecht y el desmantelamiento de capacidades internas que dejaron a la empresa más vulnerable que nunca.
Pemex: un gigante en resistencia
Tras casi dos décadas de saqueo, Pemex quedó debilitada, sobreendeudada y dependiente de intereses privados. Sin embargo, su permanencia es testimonio de la importancia estratégica que tiene para México y de la necesidad urgente de rescatarla como símbolo de soberanía energética.
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