La reparación se le cotizó en 16,000 dólares pues, narró el portal Daily Dot, los técnicos de Tesla le dijeron al consternado propietario que todo el sistema de batería debía ser reemplazado. Para colmo, el seguro que tenía rechazó cubrir el costo de esa reparación.
EUA. Cuando el sistema de batería de su Tesla Model 3 se dañó al ser golpeado el automóvil por escombro en la carretera, el dueño de ese vehículo eléctrico acudió a un centro de servicio del fabricante.
La reparación se le cotizó en 16,000 dólares pues, narró el portal Daily Dot, los técnicos de Tesla le dijeron al consternado propietario que todo el sistema de batería debía ser reemplazado. Para colmo, el seguro que tenía rechazó cubrir el costo de esa reparación.
¿Qué le quedaba entonces al infortunado? Al no tener disponibles los 16,000 dólares, el dueño del vehículo (llamado Donald) pensó en simplemente dejar de pagar las mensualidades del arrendamiento de su Tesla y perder el auto, pero luego optó por pedir un préstamo bancario.
Y cuando se disponía a acudir a una sucursal para realizar el trámite del crédito, otro dueño de un Tesla le dio un consejo: le dijo que, antes de endeudarse, contactara a Rich Benoit, un experto en reparación de automóviles y popular youtuber.
Y como se cuenta en un video al respecto, Benoit no solo pudo identificar el problema del citado Tesla y ofrecer una solución al margen del centro de servicio de ese fabricante, sino que la reparación le costó al atribulado propietario tan solo 700 dólares.
Ello se narra en un video que Benoit publicó en su canal de YouTube ‘Rich Rebuilds’.
Al parecer, el escombro que golpeó la parte inferior del Tesla dañó una pieza que conecta la batería a una línea de refrigeración. Pero no fue necesario pagar 16,000 dólares y el asunto se resolvió reparando la parte dañada usando una “pieza de latón como la que se consigue en cualquier tienda de artículos de mejora del hogar”.
La factura fue de solo 700 dólares, por lo que el presupuesto de 16,000 dólares ofrecido inicialmente por Tesla, comenta Daily Dot, no solo era enorme sino que revela un fenómeno que sucede en el ámbito de muchos productos de alta tecnología: la pretensión, y en algunos casos la imposición, de que el producto sea reparado solo por un taller o centro del propio fabricante no solo reduce opciones para el consumidor sino que le impone costos ingentes.
Ante ello se ha desarrollado el llamado “movimiento por el derecho a reparar” (Right to Repair movement) que proclama que los consumidores tienen el derecho de reparar por sí mismos los productos que adquieren y que ello ha de ser permitido y aceptado por los fabricantes.
Contra ese monopolio de la reparación que existe en ciertas industrias y productos -The Washington Post cita por ejemplo a los teléfonos de Apple, a cámaras de Nikon y a tractores de John Deere- ha trabajado el citado movimiento por el derecho a reparar.
Y una reciente orden ejecutiva del presidente Joe Biden abordó el asunto del monopolio de la reparación de productos que ejercen algunos fabricantes. Esa orden ejecutiva condenó en específico, indica el Post, las restricciones que John Deere a puesto a granjeros de modo que sus tractores solo puedan ser reparados por el fabricante, incluso para arreglos menores. Pero también tiene aplicación en otros ámbitos.
El objetivo final es, además de dar opciones al consumidor para que no dependa de una opción única y costosa, fomentar la competencia y crear opciones para la creación y operación de nuevas empresas.
En la industria automotriz ese monopolio ha sido ya mermado desde hace varios años (una proporción muy amplia de las reparaciones de autos se da en talleres independientes) y en ese sentido el dueño del Tesla dañado pudo hallar la forma de reparar su auto de modo independiente gracias a que halló a un mecánico informado y experto.
Pero dado que permitir la reparación por terceros implica revelar mucho de las entrañas de los productos y compartir sistemas y conocimientos, varias empresas son renuentes a permitir que sus productos sean arreglados de modo independiente.
La citada orden ejecutiva busca promover en general la libre competencia en la economía estadounidense y en ese contexto, explica el Post, plantea que si una persona es dueña de algo ha de tener el derecho a repararlo con una variedad de opciones, que van desde las que ofrece el fabricante hasta las de terceros independientes e incluso la del consumidor mismo, cuando eso es factible.