TRON: Ares, el regreso de una saga que brilla en lo visual pero falla en lo emocional
Después de más de una década desde Tron: Legacy, Disney retoma su legendaria saga con Tron: Ares, protagonizada por Jared Leto y Greta Lee. La cinta busca fusionar los mundos digital y real a través de una narrativa ambiciosa, pero termina atrapada entre sus propias luces de neón. Aunque su propuesta visual deslumbra, el relato carece de profundidad y emoción.
El concepto detrás del nuevo universo digital
La trama sigue a Ares, un programa creado por Julian Dillinger, nieto de Ed Dillinger, que busca revolucionar la relación entre humanos e inteligencia artificial. Su misión: cruzar desde el mundo digital hacia el real, lo que marca el primer contacto entre ambas dimensiones. Por su parte, Eve Kim, heredera de ENCOM, lidera una investigación paralela que promete redefinir los límites de la tecnología.
A nivel argumental, la película intenta abordar el choque entre humanidad y algoritmo, pero su desarrollo se queda corto. La historia parece más preocupada por brillar que por emocionar.
Una experiencia audiovisual deslumbrante pero vacía
Quien busque una experiencia cyberpunk inmersiva la encontrará en Tron: Ares. Los efectos especiales, las secuencias de acción y la poderosa banda sonora de Nine Inch Nails son su mayor logro. Las persecuciones, las batallas coreografiadas y las icónicas carreras de motos hacen vibrar la pantalla. Sin embargo, bajo ese espectáculo, el guion es inconsistente, predecible y carente de alma.
La película intenta replicar el espíritu de Legacy, pero termina siendo una versión mecánica de sí misma, una ilusión tecnológica sin sustancia.
Los errores que apagan la chispa de Tron: Ares
La gran debilidad de la cinta está en su narrativa. Con una historia irregular, personajes sin evolución y conflictos poco creativos, la emoción se diluye. Ni el carisma de Leto ni la elegancia de Greta Lee logran sostener el peso de una historia que se repite.
El guion introduce dilemas sobre la inteligencia artificial, la ética digital y la identidad humana, pero no profundiza en ellos. Tron: Ares termina siendo un reflejo de su propio argumento: un producto programado para impresionar, no para conmover.
Una red sin alma y un reparto desigual
La mítica “Red” que definió a la saga apenas tiene presencia. Su representación es superficial y, aunque visualmente atractiva, carece de la innovación que los fans esperaban.
En cuanto al reparto, Greta Lee brilla como Eve Kim, mientras que Jodie Turner-Smith ofrece una villana imponente. En cambio, Evan Peters y Jared Leto no logran transmitir complejidad emocional. Especialmente Leto, quien interpreta a Ares con una frialdad que impide conectar con su evolución como ser sintético.
Conclusión: una odisea digital sin conexión humana
Tron: Ares prometía ser el renacer de una franquicia icónica, pero se queda en un ejercicio estético sin alma. Su guion plano, su desarrollo irregular y su falta de riesgo narrativo la condenan a ser una obra olvidable, más cercana a una simulación que a una experiencia cinematográfica real.
Aun así, verla en pantalla IMAX con su potente sonido sigue siendo una experiencia visual única. Pero, en el fondo, lo que más se extraña es la emoción humana que alguna vez encendió la Red.
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